ILa inquietud en torno a este proyecto se empieza a desarrollar cuando reflexiono sobre este juicio: “los hombres en la mayoría de los casos nos quieren ver bellas” (cuestión que va de la mano con toda una serie de asunción de “poses” por parte de algunas mujeres para verse bonitas, sentirse bien y ser atractivas para su pareja)
Es una cuestión que yo visualizaba fácilmente en la performatividad femenina, cuando observaba a mi mamá, la publicidad, algunas mujeres en la calle, etc. Dicho de otra forma, es lo femenino percibido desde el adjetivo más directo que asume este género y que casi parece enunciarlo: la belleza.
Pero éste más que un adjetivo casual que etiquete a la “mujer femenina” en sí, es un término que la enmarca desde una mirada ajena a ella, la mirada masculina,
Que en otras palabras es: la encarnación del deseo masculino en lo femenino, en donde la mujer es fetichizada, mercantilizada y lo femenino se termina exhibiendo como un producto mercantil masculino.
Es difícil visualizar lo femenino sin que el concepto esté contaminado por ese: “los hombres nos quieren ver bellas” y es ahí donde lo femenino pareciera perder el sentido sin que esté sujeto a lo masculino. ¿Cómo visualizar lo femenino sin estas arandelas? Creo que a estas alturas de la historia ya es imposible, lo único que resulta viable para mi es sentar una posición critica frente a esta enajenación de lo femenino.
La intención con respecto a las barbas de lentejuelas era transgredir ese: “ellos nos quieren ver bellas”, masculinizando lo femenino (de alguna manera “afeando” lo femenino, pues a mi modo de ver este gesto resulta molesto para los hombres, las mujeres amachadas pierden su “belleza” y su “encanto” que supuestamente las caracteriza); para así enunciar (tratar de evidenciar) una encarnación femenina desde otro cuerpo, pero que en este caso rechaza ese deseo masculino colonizador. Es una encarnación de lo masculino con un material femenino, que busca señalar cómo está construida culturalmente la feminidad en Occidente.
Sin embargo al extrapolar un símbolo que pertenece a la moda masculina a un cuerpo femenino, fue imposible no caer en la imagen travestí, situación que parecía alejarme de mi inquietud sobre lo femenino. Pero ésta en vez de alejarme lo que hizo fue ligarme con “el otro lado de la moneda”
IIEn el texto: “La muerte del hombre y de la mujer (I)” de Roberto Echavarren él dice que los travestís son el calco de un modelo recibido, un diseño de la moda que produce el aspecto de la mujer
Entonces, al entrar en la imaginería travestí me sitúe en la abstracción del género, en este caso: la abstracción de lo masculino. Este fue el rumbo por el cual pude performarme como hombre desde “la pose” para lograr representar al “macho”(la otra cara de la moneda): el que ejerce esa posición de jerárquia sobre la mujer, el que con su fuerza se hace más grande, el que se siente más astuto que ella, el que con su virilidad y galantería las quiere tener a todas gritando en su cama, el mismo que con su carácter “machista” quisiera manipular a la mujer a su antojo.
Pero esta apropiación lejos de querer potenciar esta actitud de “machote”, lo que quiere es desvirtuarla desde la paradoja. Tratando de llevarla al limite: confundiéndola, volviéndola ambigua y en cierto modo risible y obsoleta, para así ponerla en duda.
Es así como lo que fue un registro de transacción de género se convierte en una serie de 3 calendarios, que afianzan esa posición, al situar las fotos en un escenario o mejor dicho, en un ambiente que resulta consecuente con toda la pose.
Asimismo la intención de generar estos escenarios en un calendario no es gratuita, pues en ellos, en algunos casos hay expuesta una performatividad de género o ¿cuantos calendarios de mujeres voluptuosas y semidesnudas no hay circulando por la ciudad? Además el objeto calendario me permitía reforzar la acción al poder poner una frase que podía encausar y darle sentido a todos los pensamientos que venía elucubrando.
III ( Revisión especifica de los calendarios)“Dicen que el hombre no es hombre mientras no oye su nombre de labios de una mujer” Antonio Machado.
Dentro del rol de lo masculino se ha establecido que el hombre es el que conquista, comportamiento que se juzga proporcionalmente con la virilidad y es asumido como algo característicamente de este género. Dejando ver en alguna medida la jerarquía que hay del hombre sobre la mujer.
“El hombre propone y la mujer dispone”
La frase de Antonio Machado me hace recordar a los padres que llevan a sus hijos a acostarse con las prostitutas para que pierdan su virginidad y así volverlos “hombres”, asunto que no está directamente relacionado con lo que Machado dice, pero comparte el argumento de cómo la virilidad de un hombre está ligada a sus aptitudes amatorias.
Al invertir la frase de Machado, es decir al enmarcar la frase de Machado en este calendario enunciándola desde una identidad diferente como lo es la mía, la de una mujer lesbiana, comienzan a surgir preguntas que van desmoronando o cuestionando esta posición viril, la llevan a la paradoja, a lo ambiguo (y allí la extinguen): parece un hombre, pero no es un hombre, según la frase me convertiría en un hombre por escuchar mi nombre de labios de una mujer, pero tampoco sucede, todo se confunde poniendo en tela de juicio, sí el estar con mujeres es sólo cosa de hombres.
“Me visto para matar, pero con buen gusto.” Freddie Mercury
Dentro de la virilidad ( característica que hace “macho” al hombre) se ha establecido como estilo la ausencia de él, es decir: entre menos arreglado, más masculino; entre más burdo y menos estilizado, más varonil.
Entonces, lo que hice en este calendario fue personificar a ese macho “matador” latin lover, al “guachote” que expide testosterona por todo su cuerpo.
Sin embargo este “macho” se para desde una posición diferente, parece un macho pero así cómo el autor de la frase, “él” lo hace con buen gusto, razón que desvirtúa la virilidad por las razones que ya mencioné.
Asimismo los dos machos pueden verse en un bar, sin embargo éste tal vez nunca sea el mismo bar, porque cada uno pertenece a una identidad sexual diferente, pues es la misma representación, pero uno utiliza la pose para verse viril y el otro para camuflarse.
“Soy tan gay como un narciso, querida” Freddie Mercury
Este es el único calendario de los tres que es explícitamente gay, es la homosexualidad declarada desde el narcisismo. Pues ser gay resulta un poco narciso, al ser una atracción generada en dos personas del mismo sexo, -iguales en su forma-.
Esta encarnación no tiene un antagonista inmediato con la pose heterosexual, al contrario, la homosexualidad es la antagonista de las prácticas heterosexuales.
“Las Fronteras simbólicas mantienen las categorías “puras”, dando a las culturas su significado e identidad única. Lo que desestabiliza la cultura es “la materia fuera de lugar” –la ruptura de nuestras reglas y códigos no escritas. Antes de lo cual hay que entender que las relaciones binarias blanco/negro son relaciones de poder. Lo blanco no significa sino por la diferencia que crea con el negro. Es decir, siempre se articulan las culturas estables mediante un paradigma dominante de representación en donde el blanco es en escala jerárquica el enunciado dominante. (Hall, 1997: 336)
La homosexualidad es una identidad marginal, que ha sido silenciada, pues evidentemente desestabiliza el paradigma heterosexual.
“El homosexual como patología del hombre y el hombre como canon, naturaleza, identidad…”
De este modo las prácticas homosexuales coexisten , no bajo la luz pública y lo políticamente correcto, pero sí en los mismos linderos de la cultura (de forma alterna).
Desde ese lado alterno de la cultura éstas prácticas han generado sus propios códigos de representación frente al género, tal vez como cicatriz o ruptura con esa identidad dominante. Caso que podemos ver claramente en la “supermujer”, la representación del hombre travestido, en donde la ausencia del sexo femenino genera una imagen exagerada de la mujer, que no es una mujer pero tampoco un hombre a cabalidad.
Este es el caso de la pose de este calendario. Forja una identidad de género ambigua, diferente, creando esa discontinuidad con respecto a la representación heterosexual, pues esta en vez de tratar de inscribirse en lo femenino o en lo masculino, confunde y se sale de esta regulación en forma de rotulo. Que al exponerse desde lo no claro es índice de esa exclusión cultural, es la cicatriz de esa coexistencia a la sombra del género “verdadero” el que así sea hombre o mujer es heterosexual y por eso legitimo/legitimado, natural/naturalizado.
Esta es la razón por la cual detrás de cada calendario está el nombre de la supuesta institución que los produce que se llama Serguei LTDA. La institución de eso fuera de lo institucionalizado, eso mismo que convive al margen fuera de lo CORRECTO, en ese lugar donde se generaron identidades homosexuales que por estar fuera de el bien de la comunidad subvirtieron el significado de sus códigos (de la hegemonía cultural) de una manera tautológica como indicio del problema.
IV (La circulación de los Calendarios)La intención de escoger el objeto calendario además de ser por la performatividad de género que a veces exponen, fue por la opción que tienen para ponerse en circulación fácilmente, pues la mayoría de gente recibe un calendario por su utilidad, se podrían entonces camuflar relativamente fácil y circular por la ciudad.
Planeaba entregárselos a los repartidores de volantes para que los entregarán a plena luz del día, pero no pude, me dio miedo de ser agredida verbal o físicamente.
Así que empecé a repartirlos entre amigos para que los repartieran entre sus amigos y familiares. También los dejé en bares gays y no gays.
Lo que me llevó a reflexionar que la censura no sólo se efectúa de ellos hacia nosotros sino que esa censura también vive en nosotros mismos sin que ellos ni siquiera se manifiesten.
Andrea Barragán.